azucar el dulce veneno II


Dice el Dr. Bruker, investigador alemán y autor de un libro sobre el tema: “Mi experiencia después deaños investigando sobre el azúcar blanco me permiten concluir que esta sustancia es capaz de crear un estado de adicción, del mismo grado que el ocasionado por drogas como la nicotina, el alcohol y el café. Existen estudios realizados en Estados Unidos que lo demuestran, pero que no se han hecho públicos por motivos económicos”.
Como todas las drogas, el azúcar blanco, además de no aportar ningún elemento nutritivo ni vital, resulta altamente dañino. Es un verdadero peligro para la salud pública, por ser fuente directa o indirecta de muchos padecimientos “modernos”: caries dental, acidificación de la sangre, descalcificación, arteriosclerosis, infarto de miocardio, diabetes, obesidad, acné, úlcera de estómago, colesterol, tensión nerviosa, problemas de circulación, hiperexcitabilidad, degeneración hepática…
Muchos se preguntarán porqué resulta tan nocivo este derivado de la caña, cultivo originario de la India que los españoles introdujeron en América. La respuesta: la sustancia que hoy conocemos como azúcar poco tiene que ver con la planta original. Se trata sólo de sacarosa “purísima”, priva de impurezas, de vitaminas, de minerales, de enzimas y de todo elemento vital.
Lo convierte en una sustancia química completamente artificial. Una vez ingerida (y a diferencia de cualquier otro alimento) se transforma completamente en calorias, sin dejar siquiera trazas de residuos: nada de proteínas, grasas, almidones, vitaminas, ni minerales. Es decir que aporta calorías vacías. Como otras sustancias químicas puras, la sacarosa excita el organismo con su carga energética inmediata, pero lo enerva y lo debilita, haciendo trabajar en vacío todo el aparato metabólico. Pero lo más grave es que para su metabolización el organismo debe emplear reservas orgánicas de vitaminas, amionoácidos y minerales, empobreciéndose. Las investigaciones (escasamente difundidas ) indican que no solo el abuso, sino el simple uso de la sacarosa pura, predispone el organismo a las modernas enfermedades de la civilización.
Indígenas de Africa y Asia cuando consumen azúcar refinado sufren las mismas enfermedades de los occidentales más golosos y sacarodependientes. Sin embargo en estudios hechos en Sudáfrica sobre muestras de orina de 2.000 trabajadores de plantaciones de caña de azúcar, no se hallaron trazas de glucosa pese a que en promedio mascaban 2 kg diarios de caña, o sea que ingerían unos 350g de azúcar. La explicación: mientras la caña mascada es un alimento natural y relativamente completo, el azúcar refinado es un producto extraño y nocivo para el organismo. Otras investigaciones realizadas en Africa e India muestran que la diabetes es desconocida en pueblos que no incluyen carbohidratos refinados en su dieta.
El azúcar blanco resulta particularmente nocivo para los niños, los ancianos y las mujeres, ya que roba del organismo calcio y sales minerales (sobre todo cromo). Esto sucede pues la sacarosa se une al calcio presente en la sangre, formando sucrato de calcio que se elimina por intestinos y riñones. También roba vitaminas y enzimas, necesarias para su desdoblamiento (la sacarosa es un disacárido que el organismo debe convertir en compuestos simples como glucosa y levulosa). Detallados estudios demuestran que cada vez que ingerimos sacarosa, para su metabolización agotamos reservas orgánicas de preciosos aminoácidos (triptofano y metionina), de vitamina B (sobre todo B5, B6 y B12), vitamina PP y minerales. De allí que se defina al azúcar blanco como un verdadero “ladrón” del organismo.